Los docentes influyen de manera directa en los esquemas de los alumnos principalmente a través de los procesos de atribución que realizan sobre su conducta y sobre lo que sucede en su entorno. Por tanto, han de encontrarse bien tanto a nivel físico como mental y social. En este marco, se puede hablar de bienestar si, durante un amplio periodo de tiempo, los docentes realizan una autoevaluación positiva de su satisfacción respecto a su labor profesional. Numerosas investigaciones han puesto de manifiesto los factores que intervienen en el bienestar docente, entre los que cabe destacar el control de su situación, el apoyo y el reconocimiento social, la autoeficacia percibida, la gestión del tiempo y la resolución de situaciones estresantes. El bienestar docente puede alcanzarse a nivel institucional a través un liderazgo distribuido que fomente diversos factores como el desarrollo de una cultura de apoyo, de un desarrollo profesional permanente y de unas relaciones positivas con el alumnado que favorezcan la motivación intrínseca de ambos.